jueves, 22 de octubre de 2009

Valdivia. [Primera noche. - Parte 3]

Llegamos al imponente edificio. Todo cercado, grendes areas verdes, juegos para niños y la concurrida sala de eventos.
-Miren: vayan a la sala de eventos, allá va a estar Constanza, su hermana y un par de amigas, yo voy a buscar a las chiquillas.- Dijo Isabela.
Nos dirigimos aún hablando entre nosotros, mientras Isabela tomaba camino al hall central del edificio. Toqué la puerta de la sala de eventos, por siacaso. Al abrir un gran ¡sorpresa! nos golpeo a los tres en la cara, luego una carcajada generalizada.
-¿Por qué tocai' la puerta?, pensé que era Lucia.- Dijo Constanza entre risas.
- Para darle el toque, obvio.- Respondí.
Después de varias presentaciones, y saludos varios loos verdaderos problemas llegaron, acompañados de Isabela.
-¿Y las niñas?- Dijo Constanza
-Están en un taco, no van a llegar como en una o una hora y media más.-Dijo mientras se reunía con nosotros a un costado de la sala de eventos; con su Samsung en las manos y sin su gran mascota amarilla.-La tía solo compró la torta por que pensó que nosotros compraríamos lo demás: bebidas, por ejemplo. Tengo todo anotado de lo que tenemos que comprar pero no hay dinero así que suelten.
-Bueno, sera pos.
-¿Ya, cuantos somos?
-Contándote a ti... ocho- Respondío Constanza.
-¡Ocho!, me estai' ... ¿y no que iban a venir más?
-Si pero creo que estan en el mismo taco... En serio eramos más pero mucho dijieron que no a untima hora.
-Será, no tengo tiempo para esto. Hombres.- Nos dijo Isabela a nosotros tres, sí, eramos los unicos hombres en esa fiesta.- necesito sus musculos para el supermercado, yo voy a reunir el dinero.
Y así fue. Otra vez, nosotros cuatro caminando hacia el supermercado. Y otra vez, nosotros dos caminando juntos como si hubiese un lazo irrompible entre nosotros. No parábamos de conversar. No recuerdo haber hablado tanto con una persona.
En la caja:
-Tú, Fernando, paga.- Dijo Isabela, autoritariamente.
-¿Por qué?
-No pregunti'... Eres el único acá que tiene dieciocho.
-Claudio también tiene dieciocho.
-Sí, pero yo quiero que tú pagues.-Isabela estaba sonriendo picaronamente.
-Cómo no entiendes la indirecta.- Le dije susurrando a Fernando
-Está bien, yo pago.- Tomó el dinero nerviosamente
-Gracias.- Respondió ella aun más picarona.
Llego nuestro turno en la caja. La pareja respondía preguntas en la caja, mientras nosotros, la otra pareja, empaquetábamos.
-Así que tienes dieciocho.- Preguntó él.
-Yep, veinticuatro de octubre. ¿Y tú?
-Dieciséis, catorce de agosto.
-Eres un bebe.- dije medio sonriendo.
-Mmm... supongo que sí.- Sonrió haciéndome repetir la acción con más ganas.
 Todo listo. Volvíamos del supermercado y otros temas de conversación aun más extravagantes salían de nuestras palabras. En la sala de eventos se encontraba más gente ahora en total contando a las dos cumpleañeras éramos doce, con todavía tres hombres. Seguimos conversando con otras niñas del grupo de amigas de Constanza. Hasta que un golpean la puerta de la sala de eventos. Por toda la sala se escuchó el típico¡shhhh! Sin duda eran ellas. Apagamos las luces y nos escondimos. Yo me puse de tras de una pared, Tomas se escondio conmigo ¡Sorpresa! salio por la garganta de todos. Challas, globos, serpentinas, todo volaba hacia ellas en un gesto de celebracion, Constaza tenia la torta en sus manos con una vela prendida para cada mujer. La conción se entonó con mucha emoción de cada asistente a la fiesta secreta.
A terminar se hicieron los aplausos. Bárbara abrazó a Tomas. Constanza besó a Lucia. Y por último, Tomas me abrazo usando la escusa feliz cumpleaños, la cual no puedo decir que me desagradó.

Después de que ya todos saludamos a ambas la música comenzó a sonar. Bailamos, algunos tomaban, otros cantaban con un micrófono encima de la pista yo y tomas nos intercambiábamos parejas al ritmo de Juan Luis Guerra. Al pasar de dos horas entra en guardia del edificio diciendo de que no se pueden hacer fiestas más allá de las doce de la noche. Sin duda, nos tuvimos que ir... al patio.
Al salir de la sala de eventos...
-Y como estás, Tomas.- Dijo Lucia
- Pues... bien.
- Y como está...?- Timidamente, Lucia.
-Bien, sí, bien.
-Quien? - Curioso yo.
-Nicolas, lo conoces? - Respondió él
-Sí...- Mi mente empezaba a poner todo en orden.- ¡Aaaahhhh! -Lucia se reía - El siempre me cayo mal.- Tan honesto por, Dios.
-Sí creo que a mi también y no me había dado cuenta, hasta ahora.
-Pero él no esta en Santiago, cierto?
-No, vive en Valdivia, la próxima vez que lo vea terminaré con él.
-Claro, el amor a distancia no funciona.
-Nop, por lo menos para mi no.- Sin que Tomas se diera cuenta Lucia me guiño un ojo.



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