miércoles, 7 de octubre de 2009

Conociendo. [Primera noche. - Parte 2]


- Bueno, ¿nos paramos?
- Emm... ya- Accedí.
En casi un segundo, él ya estaba parado. Me extendió la mano. Mis fríos dedos tocaron sus acogedores palmas sabía que esta noche sería nuestra noche, ya no existía cumpleaños sorpresa para ninguno de los dos.

- ¡Oh! me están llamando... Aló... sí estoy en el... ya, voy.- Colgó
- ¿Dónde están?
- Dijo... que... - Hablaba mientras caminaba en dirección al punto de encuentro inicial del grupo.- había llegado hace poco, está donde deberíamos estar nosotros.
- Aah- Caminaba más rápido que yo, no porque fuera más alto, más bien, se notaba su nerviosismo.

Al ver el punto de encuentro que habíamos asignado divisé solo a una persona, ella, para ser exactos: metro sesenta y siete, su tostado color de piel hacia juego con el marrón claro de su pelo el cual llegaba hasta la cintura. Cuando nos miro sujetaba firmemente, con su codo izquierdo, el bolso playero que llevaba encima. Nos hizo un leve saludo con la mano sin despegar su codo de su amarilla pertenencia.

- ¡Bellaaa! -Dijo él, mientras extendía sus brazos para poder abrazarla.
- ¡Tomyyy! -Dijo tímida, pero menos tímida que de costumbre.- Hola- Me dijo, repitiendo el mismo ritual.- Fernando esta por llegar, me dijo que venia en Los Héroes.
- ¿Y hace cuanto fue eso?- Pregunté.
- Antes de que llamara a Tomás.- Respondió.- De hecho, debería haber llegado...
- Lo llamaría pero no tengo plata en mi celular.- Dije.
- Ya, yo lo llamo, pero hablai' tú.- Dijo Tomás.
- Aló, Feña, soy el Claudio... ¿Llegaste?...estamos al frente del Servipag... ya oka.- Corté la llamada.- Sip había llegado, pero se perdío.
- Típico.- Dijeron ambos a coro.
- ¿Y Dan?.- Preguntome Isabela.
- No va a venir, no tiene como irse después.
- Buu... voy a avisarle a las chiquillas.

Mientras Isabela buscaba el contacto en su Samsung F490 una baja, flaca y muy erizada figura apareció por la esquina. Era Fernando quien al percatarse de nuestra presencia empezó saludando a Isabela luego a nosotros.

-Parece que somos nosotros no ma'.- Dijo con cierta duda en su voz.
-No creo la Cony había invitado a muuuuchos que yo recuerde en el mail.- Respondí.

-Sí.- Dijo Isabela mientras movía con la palma de su mano derecha la segunda pieza del celular. En su cara se notaba una seriedad nunca vista en su pronunciado rostro.- Vamos a ser solo nosotros así que si van a invitar a alguien háganlo, estoy autorizada, y que se venga rápido - Su cara comenzó a ponerse sonriente.- porque no pienso venir otra vez a buscarlos, me da miedo.
Hubo una pausa entre los tres nos mirábamos sin encontrar ninguna respuesta a su petición.
-¡Mensaje!- dijo Isabela.- Emm vamo', si van a invitar a alguien llamenlo en el camino, no mejor llamenlo cuando lleguemos no quiero problemas.- Ordenó con cara de preocupación.
Salimos del Metro Universidad de Chile e iniciamos el recorrido por el costado izquierdo de dicha universidad.
-Nos vamos a ir por el camino largo.- Decía atentamente.- Es más seguro que irse por San Diego.

Eramos cuatro, como no cabíamos todos en una sola horizontal por la vereda, el destino nos puso a mi y a Vicente uno al lado del otro. Aceleramos el paso, ya que Isabela así lo hacía.
Con Tomás hablamos mucho en ese trayecto: música, deporte, juegos, incluso Pokemon. Nunca pensé que de verdad existiera una química tan fuerte en tan solo minutos de habernos conocido.

-Me gusta tu polera.- Me dijo mirando fijamente mi polera azul con finas lineas blancas y mis jeans negros.
-Gracias.
-Se te ve bien.- No supe que decir, pensé en cambiar el tema.
-Y ¿sabes a quién podrías invitar?
-Mmm, no o sea, a los que conozco no viven por acá y no se si sean tan amigos de la Lucy.- Dudó un momento.- El José puede ser pero no creo que venga
-Te lo aseguro, él no es amigo de Lucia.- Dije seriamente. Tomás se limito a mirarme y sonreír.
-Bella, ¿cuanto falta?- Dijo Fernando con agotamiento
-Poco.
-No, pero en serio.
-Poco, en serio.- dijo riendo.

Doblamos la esquina la puesta de sol estaba frente a nuestro ojos... Sus cabellos se veían más dorados de lo que realmente era. Su piel blanca parecía abrazar el sol que golpeaba su rostro. Sus ojos canela parecían volverse amarillos con cada rubio destello del astro sobre la cordillera de la costa. No se había percatado de que yo lo miraba, pero Fernando sí.

1 comentario:

High and Sick dijo...

:O
Imagino, por ciertas caracteristicas lo que podria significar este relato...